Imaginemos que estamos ante un clásico del fútbol: un Barça-Real Madrid o un Juve-Inter. Imaginemos que en una jugada de pizarra el rival, el otro equipo que mentalmente no has elegido, mete un gol en el 45′ de los llamados ‘psicológicos’. El entrenador del equipo que ha encajado el gol, el entrenador del equipo que mentalmente has elegido, tiene quince minutos para cambiar el signo del partido y rediseñar el dibujo acometiendo los cambios oportunos. El cambio de estrategia le funciona y acaba ganado el partido 2-1, dando así la vuelta al marcador.
Esta situación la podemos extrapolar en el ámbito publicitario con las dos grandes marcas de comida rápida que existen en el mercado. El 10 de noviembre de 2017, McDonalds prometió donar el 100% de los ingresos por las ventas del Big Mac a los niños con cáncer. Un enorme gesto que humaniza la marca y acaricia el corazón de la gente. McDonalds se adelanta en el marcador con una jugada ensayada en el 45’. Un gol de los llamados ‘psicológicos’.
En el descanso del partido, Burger King cambia de táctica y pasa del clásico 4-4-2 al 4-3-3. Pasa al ataque y anuncia que ese día no venderá sus Whoppers, su producto estrella, para apoyar la causa solidaria de McDonalds. Una decisión rápida –recordemos que el descanso dura quince minutos– y brillante que permite remontar el gol encajado.
La rápida reacción de Burger King consigue un doble efecto: el efecto de la publicidad en sí igualando el gesto de McDonalds y el bajo coste de la acción publicitaria.
Aprovechar un gol del rival para meter dos.